Intercambio de amor
Esperé tan ansiosamente la llegada de mi primer Bebé, que hoy puedo decir que es una bendición; no obstante, en el transcurrir de esta nueva experiencia de vida he podido descubrir facetas en mí que jamás hubiese imaginado. En mis manos o mejor dicho en mis SENOS estaría el alimento diario de esa personita que habría de transformar mi vida; estaban latentes: cero kilómetro.
Hoy mi Pablo Augusto tiene 6 meses 100% lactado y no dejo de sorprenderme; cada día doy más y más onzas de leche. Ni por un momento consideré la posibilidad de dar formula, estoy segura que esa certeza es la que me ha permitido seguir lactándolo; la mente es poderosa, tampoco se puede pensar en ‘mañana”, hay que vivir y disfrutar el hoy; el tiempo se pasa tan rápido….
Miro hacia atrás y recuerdo cuando solo podía extraer 2 Onzas de leche; era entrega, dedicación, sacrificio; hoy comprendo la perfección de Dios: solo daba las onzas requeridas para los días y meses de nacido de mi bebé.
Este amor infinito e indescriptible tenía una razón de ser; cuál era el fin? Sencillamente TIEMPO, la necesidad de producir más leche requería tener a mi bebé el mayor tiempo posible pegado de mi.
Pablo Augusto y yo nos estamos compenetrando y la naturaleza con el “pretexto” de alimentarlo nos mantiene unidos conociéndonos, amándonos, observándonos…………………
Dedicado a mi hijo del alma, Pablo Augusto fuente de mi inspiración y satisfacción.
María José
12 de febrero 2010
Una onza es mucho más
Soñamos con la idea de poder lactar a nuestros hijos, cuando lo logramos creemos que estamos listos para lactar los venideros.
La magia de la lactancia es tan maravillosa que hace de esta experiencia algo único e irrepetible. Sabemos como hacerlo y también que podemos lograrlo; con la llegada de Juan Pablo, me veo frente a mi nueva realidad, llena de expectativas, temores y retos; me siento de nuevo primeriza.
La lactancia es «sabia» ; nos prepara para lo que nos deparará el futuro como madres…..
Nos hace mujeres fuertes, para no decaer ante el dolor o la baja producción, pero nos hace débiles ante el llamado de nuestros hijos en el momento en que nos necesiten las veces que lo requieran.
Nos hace persistentes al tener que reunir a cualquier hora las onzas de leche justas.
Nos hace multifacéticas al exigirnos espacios y tiempos para cada hijo.
Nos hace sensibles ante el milagro de las primeras onzas que damos, pero ante todo nos hace creyentes…….. Cuándo una vez más logramos lactar.
Cuando se lacta al primer hijo se cree que se toca las estrellas con las manos, pero cuando se logra con el siguiente, se toca el cielo entero.
Dedicado a mi pequeño Juan Pablo ángel sereno que me transmite todos los bellos sentimientos que puedan existir.
María José
21 de septiembre, 2011
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